lunes, 15 de noviembre de 2010

Día 31: ¿Y yo dónde duermo?

23.sep.2010

El día arrancó a las tres y media de la mañana para comenzar el tour de cinco días de duración rumbo a Machu Picchu. Pasaron a buscarnos por el hostel y salimos de Cusco en micro. Algunas horas más tarde llegamos a un pueblito donde desayunamos y posteriormente nos dividimos en dos grupos diferentes para empezar con la expedición. En el nuestro somos veinte personas: los dos guías, Henry y Daniel, y dieciocho turistas, donde además de estar Víctor y yo, está Mercedes, también de Argentina, Frederique y Aurelie de Francia, Arik y Ziv de Israel, Wouter y Steven de Bélgica, Max y Jacquie de Australia, al igual que Michael y Christina, Tero y Jaana de Finlandia, Anna de Dinamarca, Fabio de Inglaterra y Chris de Escocia. Antes de arrancar nos presentamos todos como para conocernos un poco. Con el correr de las horas y la caminata, como que se fueron formando subgrupos, y por nuestra parte pegamos más onda con Mercedes, quien vive en Chile desde hace un par de años, y con las chicas francesas, ya que durante el desayuno Frederique se alegró al escuchar que nosotros hablábamos en español, porque parte de la idea de su viaje era practicar el idioma, pero la mayoría de la gente hablaba únicamente en inglés.


El grupo descansando un poco, en una de las primeras paradas.


En el día son muchas horas de caminata en las que vamos charlando y conociéndonos mejor, pero de a momentos las pendientes en la montaña se hacen muy difíciles de subir y extremadamente cansadoras, debido a la altura y al consecuente poco oxígeno, por lo que en estos tramos todo el grupo sigue avanzando en pleno silencio, y sólo se pueden oír los pasos y alguna que otra respiración forzada. Después el camino mejora un poco y volvemos a las charlas, principalmente con Mercedes y Frederique, quien insiste en que le hablemos en español para así mejorar su conocimiento del mismo.


Víctor y yo posando, poco antes de llegar al
destino de la primera jornada de caminata.


Después de todo un día de caminata llegamos al punto donde pasar la noche, que era como una especie de quincho con paredes de arpillera, para proteger un poco del viento a las carpas que fueron armadas en su interior. Al haber estado el paro durante los días anteriores en Cusco, para este tour se acumuló más gente de lo habitual y en consecuencia no alcanzaban las carpas para todos nosotros. Técnicamente cada una estaba asignada a dos personas, y los primeros en llegar al refugio fueron eligiendo sus lugares. Finalmente, después de un rato ya todos tenían sitio para dormir, excepto Víctor y yo. La situación no me preocupó porque sabía que de algún modo se iba a solucionar y no íbamos a dormir al aire libre, aunque sí podía pasar que nuestro destino no fuese el mejor. De todos modos lo tomé con humor, dejamos nuestras cosas a un costado, y nos dispusimos a merendar. En cierto momento lo veo a Henry que estaba como pensativo, por el tema de la carpa que faltaba, y yo le digo como en broma que no tenía ningún problema en compartir la carpa con las dos francesas. No hizo demasiado caso a mis palabras y siguió pensando en el asunto. Pero más tarde llegaron Frederique y Aurelie, que no estaban presentes en el momento de mi comentario a Henry, y ante mi sorpresa él les pregunta si no tenían problema en que yo durmiese con ellas, a lo que ambas respondieron que estaba todo bien, supongo yo que porque durante el día habíamos conversado bastante y había buena onda. Víctor no corrió la misma suerte que yo y se tuvo que ir a dormir con los dos flacos israelíes: Ziv que parece bastante quisquilloso, y Arik, que pese a tener un poco de cara de muerto y amargo, creo que es más buena onda. Después de la cena, cada uno se ubicó en su lugar en las respectivas bolsas de dormir, y una vez apagada la luz comenzó a correr la noche pudiendo dormir solamente de a pequeños intervalos, debido a la incomodidad del suelo.

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