miércoles, 17 de noviembre de 2010

Día 32: 4600 m.s.n.m.

24.sep.2010

Fue una noche muy difícil para poder conciliar el sueño. Al no tener el aislante térmico y mi bolsa de dormir ser muy finita, sentía bajo mi espalda las irregularidades del suelo, con piedras incluidas, y también el frío de la madrugada se hizo notar, dando como resultado una noche en la que me despertaba continuamente con dolores y frío, y después me costaba mucho volver a dormir.


Difícil ascenso con el frío de la mañana.


El segundo día fue muy agotador, con tres horas de caminata hasta el punto más alto de todo el recorrido, que es de 4600 metros sobre el nivel del mar. Una vez alcanzado este pico empezamos a bajar nuevamente, donde se notó un cambio importante en el paisaje, dejando atrás la aridez de las montañas y el suelo, para introducirnos un poco en la selva, ya rodeados de mucho verde, humedad, calor y mosquitos. En un momento, justo cuando paramos para almorzar, empezaron a caer unas cuantas gotas, que luego se transformó en un fuerte granizo que retumbaba bajo el techo de chapa que nos protegía. A lo lejos se veían algunas nubes que pronosticaban un no muy buen clima para la segunda mitad del día, pero de todos modos habría que continuar pase lo que pase, ya que los factores climatológicos son muy cambiantes y hay que adaptarse a ellos. Pero afortunadamente justo en el momento en que teníamos que continuar, el granizo desapareció permaneciendo sólo una leve llovizna que duró apenas unos cuantos minutos más.


El grupo entero en el punto más elevado del recorrido. De izquierda a
derecha, arriba: Frederique, Víctor, yo, Ziv, Anna, Fabian, Chris,
Michael, Aurelie y Arik. Abajo: Steven, Wouter, Max, Jacquie,
Mercedes, Christina, Jaana y Tero.



Después de unas cuantas horas más de caminata llegamos al lugar para pasar la noche, que era bastante más agradable que el anterior, ya que en éste había mucho verde por todos lados, un paisaje mucho más atractivo visualmente, y se escuchaba el correr de un arroyo cercano. Al entrar en una zona de más calor, y por las largas horas de caminata, cuando llegamos al campamento teníamos mucha necesidad de refrescarnos así que nos compramos unas cervezas y nos quedamos en ronda sentados en el pasto, tomando y charlando con Víctor, Mercedes, Frederique, Aurelie, Steven y Wouter.


Dejamos atrás el paisaje árido, y la vegetación
empezó a ser cada vez más abundante.



Mercedes, Frederique, Víctor y yo deleitándonos con unas ricas cervecitas.

1 comentario:

  1. Si esas carpas hablaran loco!, irse con grupo mixto es mejor, lo mío fue de pura supervivencia al estilo Rambo.

    jlg

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