domingo, 27 de junio de 2010

Back in time II

Si hace unos días, por un momento tuve una confusión temporal y creí estar en el 2006, lo que me faltaba para corroborarlo era jugar en octavos de final contra México y en cuartos contra Alemania.

Lo que son las vueltas de la vida.

miércoles, 23 de junio de 2010

Pintada de colores

Termina el partido, y es una linda victoria frente a Grecia, lo que nos deja primeros en el grupo y ya dentro de los octavos de final. Salgo del bar, todavía contento por el triunfo, y me pongo a caminar rumbo a casa. Gracias a la euforia y al litro de cerveza que tomé sin tener nada en el estómago, voy andando con mi gorro de arlequín con los colores patrios. Algunos me observan, otros ni se mosquean. Veo venir en sentido opuesto al mío a una chica con la cara pintada de celeste y blanco. Somos dos locos que tenemos ganas de lucir el orgullo de los colores. La miro, y sin alterar mi marcha esbozo una sonrisa mientras la distancia entre los dos se reduce. Me ve, sonríe ella también, y tímidamente baja la mirada. Los dos seguimos adelante, cada uno en su camino. ¿Tendrá ella un blog?

lunes, 21 de junio de 2010

Back in time

Recostado en el sillón, con el silencio matutino que inunda la casa, y con la mirada clavada en el televisor que brindaba el espectáculo del fútbol mundialista. Por un instante, y sólo por un instante, sentí una especie de escalofrío, similar a cuando un momento de pánico hace que el cuerpo se paralice mientras es recorrido por una ola de frío. Fue algo parecido, pero sin ese frío. En esa minúscula fracción de tiempo la mente transportó a mi cuerpo a la época del mundial pasado. Sin previo aviso aparecí en el 2006, donde la realidad esa completamente diferente. Al finalizar el partido que estaba viendo, posiblemente iría a tomar el colectivo hacia Castelar. O tal vez se podía arreglar para hacer algo a la tarde, eso después se vería. Pero luego me di cuenta que eso no era posible porque el año es el 2010 y todo aquello formaba parte del pasado. Esa confusión temporal no duró más de unas milésimas de segundo, pero eso no importa, hay que tener cuidado con las réplicas.

sábado, 19 de junio de 2010

Psicofonía

El cambio más grande en el mundo de la psicología se dio cuando la gente empezó a sentir que era una pérdida de tiempo asistir a terapia, no por la sesión en si (que les era de mucha utilidad), sino por los valiosos minutos e incluso horas que debían ser invertidas en el traslado hasta el consultorio del terapeuta. Tampoco tenía mucha coherencia tener asignado un turno semanal, porque muchas veces solía pasar que el paciente llegaba a su sesión, pero por algún motivo ese día no tenía ánimos de hablar, pero sentía la obligación de aprovechar esa hora, y entonces con mucho esfuerzo intentaba concentrarse para recordar cosas que le pasaron durante la última semana. Cosas que le produjeron una enorme crisis momentánea, y donde sí le hubiese servido la charla con el profesional. Pero ahora se forzaba a recordarlo por el simple hecho de sentir que al no hacerlo estaría desaprovechando al terapeuta, aunque sea cual fuere la respuesta de éste, la angustia vivida días atrás sería imposible de anular.

Así fue como las grandes cabezas de la salud mental, luego de ver un fuerte decaimiento en el número de personas que acudían al terapeuta, decidieron implementar algo absolutamente revolucionario: el psicólogo por teléfono. La idea principal corría con dos grandes ventajas para el paciente: se eliminaban los tiempos de viaje al consultorio, y además uno no tenía la obligación de analizarse mecánicamente en un día y horario prefijado, sino que podía hacerlo en cualquier momento y tantas veces como lo creyese necesario. Esta actualización del sistema terapéutico fue tomada con gran aceptación por la gente. Los psicólogos tuvieron que hacer un convenio con las empresas de telefonía, mediante el cual se les otorgaba una nueva línea, y el paciente a fin de mes debía abonar lo consumido en dicha línea, lo cual luego era reintegrado al terapeuta como forma de pago.

Al principio todo funcionaba bastante bien hasta que poco a poco los psicólogos, al no tener una agenda que respetar, empezaron a sobrecargarse de pacientes, lo cual produjo que muchas veces, cuando alguien llamaba ante una urgencia, se encontraba con que le daba ocupado. Empezó a notarse la imperfección del sistema, y la gente paulatinamente comenzó a descontentarse. Como consecuencia también de la excesiva demanda, los terapeutas empezaron a recibir llamados durante casi las veinticuatro horas, y en más de una ocasión les resultaba imposible recordar con quien estaban hablando. Para tener un poco de paz los psicólogos se vieron obligados a apagar sus teléfonos en reiteradas ocasiones, lo que hacía que los pacientes prácticamente no pudiesen comunicarse. Y al igual que cuando uno necesita con urgencia un auto y prueba llamando a varias remiserías porque todas tienen demora, la gente empezó a tener más de un terapeuta, para cuando el de cabecera estuviese ocupado. ¿Pero que pasó con esto? Se fue perdiendo el trato personalizado, porque en un momento tal, ya se terminaba llamando a cualquiera al azar, con el fin de desahogarse por alguna pena o crisis del momento, pero el profesional que estaba al otro lado del tubo ya desconocía completamente a su interlocutor y su historial.

Claramente el sistema había fracasado, pero siendo ya imposible dar marcha atrás debido a que la gente se había acostumbrado a la inmediatez más que al contacto personal con el terapeuta, los líderes del mundo de la psicología volvieron a reunirse en busca de una solución al conflicto que había en puerta. Y así fue como después de muchos debates, aparecieron los C.A.P.O.s (Centros de Asistencia Psicológica Organizada).

Dentro de cada C.A.P.O. había un plantel de terapeutas que trabajaban de a turnos de ocho horas rotativas, de modo que el centro pudiese atender a los pacientes durante todo el día. Las llamadas recibidas por un C.A.P.O. eran derivadas automáticamente a alguno de los psicólogos que formaban parte del staff, quienes ya no necesitaban conocer el historial de los pacientes, sino que solamente se limitaban a escuchar y a dar algún que otro consejo. Incluso muchas veces esto último no era necesario, ya que la gente usaba al C.A.P.O. como un mero sistema para el desahogue.

Si bien el paciente escuchaba la voz del terapeuta e incluso podía hacerle preguntas, las respuestas y comentarios de éstos empezaron a volverse muy ambiguas, principalmente como consecuencia de la imposibilidad que tenían de conocer al que llamaba. Nuevamente la actualización del sistema daba un resultado no del todo positivo, pero todo este camino fue necesario. Todas las pruebas y errores dieron finalmente como resultado la más alta innovación en la materia de la salud mental. Más simple e instantáneo que nunca. Mandá ya mismo un mensaje de texto con la palabra “PSICO” seguida de tu consulta al 22022, y recibí diariamente los consejos de los mejores especialistas. Recordá: “PSICO” seguido de tu consulta al 22022.

lunes, 14 de junio de 2010

Top 5 de indignación

#5: el Cumbiaphone.
Suele hallarse principalmente en medios de transporte público. Son personas que desconocen que se haya inventado algo llamado “auricular”, y utilizan sus teléfonos celulares para escuchar música a niveles que logran molestar a los que se encuentran en sus inmediaciones. Estadísticamente los géneros musicales que más se oyen de esta manera son la cumbia y el reggaeton.

#4: el Clothman.
También conocidos como “trapitos”, pero en verdad son los dueños de la calle. Aparecen con mayor frecuencia en zonas como Palermo Hollywood, Recoleta, o cualquier lugar que suponga un movimiento masivo de gente, como ser recitales, espectáculos deportivos, etc. Ayudan al ser humano a estacionar su auto en calles que, si bien muchos creen que son de dominio público, les pertenecen a estas personas, y si no se les abona con anticipación la totalidad de la suma de dinero que ellos exigen (que oscila entre los $5 y los $100 dependiendo la ocasión), el auto deberá ser retirado instantáneamente, o de otro modo ellos lo harán por nosotros mientras estemos ausentes.

#3: el Garbagestreet.
Es la persona a la que poco le importa en dónde se encuentra, ya que siempre tiene el derecho de utilizar la vía pública como basurero. A veces hasta tienen un tacho de basura a menos de un metro, pero mecánicamente arrojan las cosas al suelo. Alguna vez hasta se los escuchó decir frases como “yo no creo en eso de la ecología”. Los que se encuentran en un nivel principiante sólo arrojan residuos pequeños, como boletos de colectivo y papeles de caramelos, pero los más avanzados se animan a botellas y baldes de pintura. También está el que se jacta de ser pulcro pero tira las colillas de los cigarrillos en la calle. Revolear una botella vacía o apoyarla cuidadosamente en la vereda es exactamente lo mismo.

#2: el Rampark.
Es aquel que tiene urgencia por estacionar su automóvil por motivos sumamente importantes, como por ejemplo que tiene que juntarse a almorzar con los muchachos en su habitual resto-bar de Lomas de San Isidro, y decide hacerlo en una esquina, obstruyendo la rampa para discapacitados. “Por acá no hay ningún inválido, y yo estoy apurado, no puedo estar buscando otro lugar”.

#1: el Hornmaker.
Es la persona que estando en pareja, hace uso de toda su viveza y picardía, y se encama con otras personas. Al hacerlo, se van sumando puntos y se convierte cada vez en más vivo. Uno tiene que engañar a su pareja la mayor cantidad de veces posible, pero eso sí, que ella/el no me haga lo mismo porque la/lo mato. Es recomendable tener un círculo íntimo (y a veces no tanto) al cual contarle los logros alcanzados en este aspecto, ya que la viveza también aumenta mientras más se presuma de lo hecho.

jueves, 10 de junio de 2010

Según pasan los mundiales

En cierto modo la vida puede dividirse en mundiales, o mejor dicho, éstos pueden ser usados como una clara referencia para analizar el paso del tiempo. Es decir que el mundial tiene la facultad de anclar los recuerdos de determinados años, permitiendo así traerlos a la memoria muy fácilmente, por lo menos para los que le damos importancia a este evento deportivo. Y siguiendo este concepto voy a intentar plasmar mi vida durante el paso de las distintas copas del mundo, más que nada en un plano personal.


México '86

Con apenas dos años de edad me es absolutamente imposible recordar algo.


Italia '90

Estaba comenzando la escuela primaria, pero tampoco se que pasaba por mi cabeza en aquellos años. Me acuerdo que juntaba las figuritas del mundial, pero la única imagen de ello que mantengo es a un jugador yugoslavo que para mí tenía la cara de Rambo.


Estados Unidos '94

Es el primer mundial del cual recuerdo tener un interés por ver los partidos. Seguía cursando la escuela primaria, y era un pibe muy inocentón.


Francia '98

Ya estaba en el colegio secundario, donde me acuerdo que vimos el partido inaugural en una pantalla gigante. La vida no llevaba grandes preocupaciones más que el estudio. Todavía me quedaban unos cuantos años de colegio por delante, y cuando terminó ese mundial recuerdo que me di cuenta que para cuando fuese la siguiente copa del mundo ya habría terminado el secundario, y eso me parecía una eternidad.


Corea-Japón 2002

Empezaba a cursar Diseño Gráfico en la Universidad de Buenos Aires, y tenía la sensación de que iba a permanecer en esa carrera hasta recibirme, cosa que nunca pasó. Todavía no trabajaba, y la vida era muy relajada. Al salir de la facultad solía encontrarme con amigos, mas no sea por algunos minutos. Ese año hice muchos amigos nuevos y tengo recuerdos muy agradables. Con MG y Panto teníamos una banda llamada QTI, y era obligatorio juntarse a hacer un poco de ruido todos los fines de semana.


Alemania 2006

La UBA ya formaba parte del pasado, y ese año decidí no estudiar nada. QTI también había dejado de existir (desde el mismo 2002), pero ahora formaba parte de otra banda llamada Liptico, junto con Panto y Coco. Había dejado de trabajar en la ferretería de mi viejo y entré a Probattery. Hacía poquito tiempo también me había puesto de novio con Nina, y sin temor a equivocarme ese fue el año más feliz de los vividos hasta hoy.


Sudáfrica 2010

Sigo en el mismo trabajo que hace cuatro años y nunca pude pegar un laburo de lo que me recibí hace dos, lo cual me genera una sensación de estancamiento personal y profesional. Tanto la ruptura con Nina como la disolución de Liptico me produjeron un gran vacío que todavía no pudo ser reparado pese al paso de los años. Capaz sea la primera vez que siento una involución con respecto al mundial anterior. De todos modos mi cabeza está puesta más allá. Más allá de la ciudad, y más allá de los límites de Argentina. Es lo que hoy me mueve.

Creo que a grandes rasgos, tengo recuerdos positivos de los años de los mundiales. El 2010 todavía está por verse.

lunes, 7 de junio de 2010

Tarea de Facebook

Para mucha gente una de las funciones principales de Facebook es la de ponerse nuevamente en contacto con personas que uno dejó de frecuentar por algún motivo. Y creo que si de reencuentros se trata, en el que más estuvo presente esta herramienta virtual, es en el que se refiere a los compañeros de la escuela primaria. Y ayer pasé por esto.

Hace catorce años, cuado terminé séptimo grado, perdí contacto con mis compañeros. Al principio intenté mantener el vínculo, pero el correr de los años se encarga de ir llevando a unos y otros por diferentes caminos, y después ya es muy difícil reflotar algo perdido. Pero desde hace unos meses empecé a encontrarme en el colectivo con Pato, y en los pocos minutos que nos veíamos, compartíamos las novedades que podía tener tanto uno como otro acerca del resto de los ex compañeros, aunque más que nada era ella quien me pasaba información a mi, ya que se seguía viendo con algunos.

Y hace un tiempito, en uno de esos encuentros matutinos me dijo que habría que arreglar una juntada con todos los chicos. La idea me resultaba atractiva, pero sinceramente no tenía ganas de cumplir un rol organizativo en la reunión, así que coincidí con ella en que estaría bueno, y no más que eso. Pero los encuentros con Pato empezaron a hacerse más frecuentes y con ellos también se repetían sus comentarios acerca de la posibilidad de una reunión, casi como pidiendo que me encargase yo. Intenté eludirla, pero un día ya directamente me dijo que ya que yo tenía Facebook, le dijera al resto. Así que ahí mismo fijamos una fecha, horario y punto de encuentro, y más tarde envié un mensaje a todos los ex compañeros que formaban parte de esta red social.

Finalmente llegó el día pactado, y la verdad que no tenía muchas ganas de ir. Los pocos que habían confirmado su asistencia eran algunos de los compañeros con los que prácticamente no tenía trato en su momento. Para colmo el día estaba muy lindo y mis amigos habían organizado para salir a disfrutar del aire libre. Ya me había comprometido a ir al reencuentro, aunque tranquilamente pude haber inventado cualquier motivo para excusar mi inasistencia. Pero no lo hice, puede que principalmente porque después iba a volver a encontrarme con Pato, y me lo iba a recriminar. Así que para evitar eso enfrenté a la fiaca del domingo y fui.

Llegué puntualmente a la esquina acordada y no había nadie. Me quedé esperando unos minutos y llegó el primero de los compañeros. Nos saludamos con Cristian, con quien no tengo ningún recuerdo de los años escolares. Empezamos a charlar, contando qué era tanto de la vida de uno como del otro. Ninguno de los dos es un verborrágico en potencia, por lo que la conversación se veía afectada de sucesivos momentos de absoluto silencio con la mirada puesta en cualquier punto, o en su defecto pegar un vistazo a la hora, acompañando esto con comentarios tales como “¿vendrá alguien más?”.

Después de algo más de media hora apareció Sergio, quien sí fue uno de mis dos mejores amigos durante aquellos años. Al no saber si alguien más iría o cuánto podían llegar a demorar, entramos al McDonald’s para tomar un café, y luego de un rato de charla llegó Gaby con su pequeño hijo.

Los cuatro ex compañeros compartimos una merienda acompañada por el relato de las no tan recientes novedades de nuestras vidas, y encontrándonos físicamente iguales que en nuestra infancia. En realidad eran ellos tres los que estaban iguales en líneas generales, porque yo fui tildado de estar completamente diferente.

Al caer la noche nos despedimos, y al salir del local nos encontraos en la puesta con Gonzalo y Pablo, otros dos compañeros que al parecer entendieron mal el horario del encuentro. Así que nos quedamos unos minutos más charlando en la vereda, hasta que finalmente cada uno se fue por su lado, y ahora soy yo el que va a tener que recriminarle a Pato por su inasistencia.

miércoles, 2 de junio de 2010

Amortal

Revolviendo el baúl de los recuerdos, encontré una especie de poema que escribí hace mucho tiempo. Lleva exactamente la fecha de 22 de julio de 2002. Hoy no logro darme cuenta si está bueno, pero en su momento recuerdo que me había gustado, y hasta quise ponerle música, pero ahí la cagué.


Amortal

Me encontraba herido. Alguien había logrado destrozar mi ser por completo. El tiempo pasaba y yo desangrando. Cuando todo parecía estancarse en el presente encuentro mi asesina salvación. Hierba sanadora, siempre estuviste y nunca pude verte. Es lo que cerrará por completo mi herida, con su savia mágica, creadora de vida, y su profundo aroma que me motiva por completo. Al perfilarme hacia mi bien, me abalanzo como fiera a su presa.

Cuando comenzaba a saborear el dulce beso de la victoria, mis sentidos se estremecen ante gran atrocidad: una nueva herida me desgarra mortalmente. Mi rostro golpea contra el suelo, y es allí cuando puedo advertir que aquella hierba salvadora poseía espinas para evitar lo inevitable. Con mis últimas fuerzas intento nuevamente acercarme hacia ella, ya sabiendo que las dagas impedirían mi avance. Herido de muerte, me encuentro extendido en el suelo. Milagrosamente siento la dulce savia correr por mis labios. Pero es inútil, ya estoy muerto.