miércoles, 24 de noviembre de 2010

Día 34: Cuidado con el tren

26.sep.2010

Al comenzar el día nos dividimos en dos grupos para ir hasta Hidroeléctrica: Steven, Wouter, Mercedes, Frederique, Aurelie, Max, Jacquie, Víctor y yo fuimos caminando con Dany durante unas tres horas, y el resto fue con Henry en micro. Al encontrarnos en destino almorzamos todos juntos y más tarde emprendimos una nueva caminata, esta vez por un paisaje mucho más atractivo que el anterior, rodeados de verde, en medio de un entorno absolutamente selvático y siguiendo las vías del tren. En un momento teníamos que cruzar por sobre un río, y al costado de las vías había una pasarela que hacía las veces de puente peatonal. En lugar de avanzar por ahí decidí hacerlo por la vía misma, con mucho cuidado por la distancia que había entre los durmientes, y por el vértigo provocado por la altura, ya que entre los listones de madera podía verse la profundidad hacia abajo. Cuando estaba todavía a mitad de camino, escucho a quienes ya habían terminado de cruzar gritándome que venía el tren. Me detengo un poco alarmado, pero no veo nada ni adelante ni atrás mío, ni tampoco oigo ningún ruido que indique la aproximación del vehículo. Sigo caminando sobre los durmientes con la misma cautela, pero rápidamente vuelven a gritarme, esta vez con más desesperación. Me freno, y busco con la mirada la forma para poder pasarme al sendero peatonal, pero veo que era imposible porque había muchos fierros que me impedirían el avance, así que no me quedó alternativa más que ponerme a correr, saltando los huecos por donde se veía el río unos cuantos metros bajo mis pies. Finalmente llegué a tierra firme y el tren pasó sin inconvenientes. Si bien no estuvo a punto de atropellarme, la adrenalina que tuve en ese momento fue bastante elevada.


Cara de encandilado, pero cuánta felicidad!


Siguiendo las vías hasta Aguas Calientes.
Se recomienda ir caminando por el caminito del costado.



Más tarde llegamos para darle final a nuestra jornada a la ciudad de Aguas Calientes, que es un lugar increíble. Si bien el día anterior ya nos habíamos llevado una sorpresa al encontrarnos con la ciudad de Santa Teresa, esto fue algo absolutamente superior. Aguas Calientes es una ciudad hecha y derecha, enorme, y plagada de hoteles, restaurantes, comercios, y todo lo que el turismo puede llegar a necesitar, ya que ese es su fuerte y se nota mucho. Es muy raro encontrarse con semejante monstruo lleno de gente, autos, luces, y toda la vida que una ciudad tiene, después de cuatro días enteros de caminata por la montaña y con la sensación de estar alejándose de todo. Lo primero que hicimos fue ir hacia nuestro hotel. Nos tocó compartir habitación con Víctor, Arik y Ziv, y una vez instalados, nos turnamos para bañarnos, cosa que era lo que más necesidad teníamos de hacer, después de tantos días. Después del baño fuimos a tomar unas cervezas con Víctor, Frederique y Aurelie, asombrándonos por esa magnífica ciudad. Más tarde nos juntamos todos a cenar en un restaurante, sintiéndose en el ambiente una unión en el grupo mucho más fuerte que durante los días anteriores. Pese a que al día siguiente habría que levantarse muy temprano, quisimos aprovechar un poco más la última noche, así que fuimos a tomar unos tragos con Víctor y Mercedes.


La cena en Aguas Calientes, con todo el grupo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario