sábado, 27 de febrero de 2010

Destino: La Quiaca

A La Quiaca no le encontré un gran atractivo, por lo menos comparado con lo que ya habíamos visto. Por eso la usamos solamente como ciudad de paso, tanto para ir a Yavi como a Villazón. El micro de regreso a Buenos Aires salía de esta ciudad, y fue prácticamente una tortura. Se ve que la gente de allá debe estar acostumbrada a un pésimo servicio, y eso explica por qué no salían coches cama desde ahí. Y así terminó nuestro viaje. La travesía de retorno es una historia aparte.

jueves, 25 de febrero de 2010

Destino: Villazón

A través del paso fronterizo ubicado en La Quiaca, cruzamos para Bolivia a la ciudad de Villazón. No vimos mucho paisaje ni tampoco recorrimos demasiado. El motivo de haber ido fue por los precios económicos que hay ahí. Hubiese estado bueno poder viajar un poco por el país vecino, pero lamentablemente nos quedábamos sin tiempo. Después de unas horas caminando por esas cuadras plagadas de comercios y puestos callejeros, regresamos a nuestra patria.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Destino: Yavi

Yavi es un pueblito cercano a La Quiaca; un pueblito que por suerte parece todavía no haber conocido un el asfalto ni el cemento. Las casas de adobe y calles de tierra le dan un aspecto monocromático que creo realzan la paz del lugar. Los dos días que pasamos en este lugar nos hospedamos en una casa detrás del cementerio, y pese a que tuvimos la iniciativa, no nos animamos a entrar por la noche.

martes, 23 de febrero de 2010

Destino: San Isidro

Supongo que la belleza de San Isidro es directamente proporcional con la dificultad de su acceso. La única forma de llegar es a pie desde Iruya, en una travesía de más de dos horas por el lecho del río, teniendo que cruzarlo en más de una oportunidad. San Isidro es un pueblito perdido en el medio de la montaña. Al no haber vehículos, sus calles prácticamente son pasillos. La simpleza de sus construcciones hace un gran contraste con el inmenso verdor de los cerros que tapizan el paisaje en su totalidad. Solamente pasamos unas horas en este lugar, porque teníamos que volver a Iruya antes que cayera la noche, pero sería una gran experiencia pasar algunos días ahí.

lunes, 22 de febrero de 2010

Destino: Iruya

Para llegar a Iruya hay que hacer un viaje de cerca de dos horas por un camino de cornisa, que de más está decir no está asfaltado. Sólo puede circular un vehículo a la vez, y las curvas son tan cerradas que en más de una oportunidad el corazón se paraliza creyendo estar al borde de la muerte. Pero al llegar te das cuenta que todo eso valió la pena. Iruya es un pueblo hermoso rodeado por un paisaje imponente. Y el espectáculo visual va de la mano con la simpleza y la buena onda de sus habitantes. Tal vez no sea el lugar indicado para salir a dar una vuelta caminando, porque sus calles con subidas pronunciadas son demoledoras, pero sin duda vale la pena pasar un tiempo ahí.

domingo, 21 de febrero de 2010

Destino: Humahuaca

Llegamos a Humahuaca con un cielo que parecía que se venía el mundo abajo. Por recomendación hicimos pie en un camping que estaba bastante alejado de todo, pero que tenía un gran parque y fue el único que vimos en todo el viaje que tuviera pasto. Con apenas una llovizna recorrimos la ciudad que luego, a la noche, parecía estar deshabitada. Estuvimos de paso solamente, y a la mañana siguiente salimos rumbo a Iruya.

sábado, 20 de febrero de 2010

Destino: Tilcara

En Tilcara nos encontramos con Tato, un amigo que el año pasado decidió instalarse allá, viviendo de las artesanías. Después de recorrer las ruinas del Pucará, nos alcanzó la noche con su increíble manto estrellado. Al día siguiente, después de ir a conocer la Garganta del Diablo, nos despedimos de Tato y partimos hacia Humahuaca.

viernes, 19 de febrero de 2010

Destino: Purmamarca

Purmamarca tiene una magia especial, ya tal vez sea el lugar más bello de todos los que conocimos. Lo que te brinda a los ojos es realmente una postal viviente: pueblo chico con calles de tierra y casas de adobe, y como remate de fondo está el cerro de los siete colores. Es impactante ver la diversidad de tonalidades de esos montículos de tierra. La belleza y la paz del lugar te obligan a quedarte; da la sensación que no hace falta nada más en la vida. Pero luego de dos noches el viaje debió continuar hasta Tilcara.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Destino: Cafayate

Cafayate nos recibió con un espectáculo único de la naturaleza: un arco iris doble rodeando al sol. Estuvimos muchas horas caminando bajo su rayo incandescente, en busca de una cueva con pinturas rupestres y unas cascadas. Lamentablemente no logramos llegar a ninguno de esos lugares. El agotamiento y el ocaso nos jugaron en contra, pero no por ello el recorrido dejó de ser satisfactorio. Por las noches una temperatura mayor de la que esperaba me obligó a dormir fuera de la carpa, corriendo el riesgo de ser devorado por todo tipo de alimañas. Luego del segundo amanecer en esta ciudad, y previo paso por el Anfiteatro y la Garganta del Diablo, llegamos a Purmamarca.

martes, 16 de febrero de 2010

Destino: Salta

La ciudad de Salta fue nuestro primer destino. El verdor y la magnitud de los cerros que la rodean le dan una apariencia mágica y la diferencian de otras ciudades. Pero tal vez el mayor atractivo radique en la impecable iluminación que tienen los edificios por la noche. Da gusto quedarse en la plaza, simplemente mirando todo alrededor, y compartiendo la exquisita cerveza que lleva en nombre de la ciudad. Pasamos solo una noche ahí, y con el primer sol de la mañana partimos rumbo al Cafayate.

lunes, 15 de febrero de 2010

De regreso

Y finalmente se terminó todo. Los doce días recorriendo Salta, Cafayate, Purmamarca, Tilcara, Humahuaca, Iruya, San Isidro, Yavi, La Quiaca y Villazón quedaron atrás. Pocas veces sentí una desilusión tan profunda como la que siento ahora con el final de estas vacaciones. Siempre cuesta volver a la rutina, pero en esta oportunidad me parece que la situación es diferente. No se trata sólo del habitual rechazo a retornar al trabajo, sino que va más allá. Es como si este viaje me hubiera hecho un clic y ahora comenzara a ver las cosas un poco diferentes, a valorar algunas cosas nuevas, y a comprender la poca importancia de otras tantas. Empieza a presionar desde el fondo una especie de necesidad de patear todo, de desaparecer e irse lejos, fuera de este caos. Es difícil y no se si finalmente voy a terminar animándome, pero mientras algo moleste la posibilidad de cambio está latente.