miércoles, 24 de septiembre de 2014

Oda al Cantinero

Si alguien sabe de dolores
es el hombre tras la barra,
que si un pecho se desgarra
él lo calma con alcoholes.

Es un médico, un amigo,
un oído a la distancia,
quien te da su vino en Francia
y en el frío ofrece abrigo.

La tristeza él acompaña
con un vaso de licor,
un vermú reparador,
aguardiente, ron o caña.

Y no crean las patrañas
que hay en algunas cabezas,
de que un vaso de cerveza
no cura, sino que engaña.

Los licores, bien llamados
bebidas espirituosas,
son el alma valerosa
de quien el vaso ha llenado.

Ese hombre tras la barra
no es un mero cantinero,
sino eterno compañero
tanto en llantos como en farra.

Muchos lo tienen por hombre
sin alma y sin sentimientos:
un expendio de alimentos
carente de edad y nombre.

Pero yo que he conocido
de su tipo a unos cuantos,
digo que son casi santos,
y lo digo con sentido.

Pues cuando otros ahogan penas
en un vaso de licor,
él mastica el mal sabor
de las desgracias ajenas.

Martín Pannari
Septiembre 2014