martes, 9 de noviembre de 2010

Día 28: La magia de Cusco

20.sep.2010

Después de un viaje de seis horas que se fue tornando un tanto insufrible por las repetidas paradas de micro, los vendedores ambulantes con discursos interminables, peor que si estuviésemos en el 60, y lo incómoda que empezó a resultar la butaca con el paso de las horas, llegamos a Cusco. Incluso el viaje me produjo un gran agotamiento visual, ya que para donde uno mirara había infinidad de propagandas políticas tanto en afiches como pintadas en las paredes. Conseguir hospedaje fue un tanto más difícil de lo que pensábamos, pero no por falta de vacantes, sino por los precios con los que nos encontramos. Todavía estamos acostumbrados a otros valores, y nos resistimos a pagar ciertas tarifas que nos parecen exorbitantes, pero Cusco, por lo poco que pudimos recorrer es una ciudad sumamente turística y llena de lugares apuntados exclusivamente a extranjeros. Después de un largo rato de averiguaciones encontramos un hostel a pocas cuadras del centro, que es de lo más económico que vimos, y tiene una onda similar al que estuvimos en Potosí, que nos atrajo por el clima amistoso que se generaba en su interior, y por la facilidad para el intercambio de culturas. Hay mucha gente hospedada acá, y prácticamente todos de menos de treinta años y de habla inglesa. Estamos en una habitación compartida con catorce camas, y cuando entramos para que nos asignen las nuestras, vimos que el interior era prácticamente un caos, por el desorden general provocado por nuestros ahora compañeros de cuarto. Imaginamos que por la noche tal vez iba a ser un tanto difícil dormir, suponiendo que el silencio y la tranquilidad no iban a ser fáciles de hallar. De todos modos eran conjeturas y lo tomamos con humor.


El interior de The Point, el más mejor hostel.


Al salir a dar una vuelta, me encontré con que Cusco es la primer ciudad de nuestro viaje donde venden parches recordatorios. Mi idea al salir de Buenos Aires era la de ir comprando parches en los distintos lugares para pegarlos en la mochila, y así ésta sea testigo de todas las ciudades conocidas. Ya desde Purmamarca comencé a recorrer todos los locales de recuerdos y puestos de artesanías, pero sin éxito. Creí que tal vez iba a tener mejor suerte cuando llegásemos a alguna ciudad más grande, pero tampoco fue así. Fuimos avanzando en el viaje y finalmente nos despedimos de Bolivia sin haber encontrado ni un solo parche. Al llegar a Puno y ver que las cosas no eran diferentes, pero firme con mi idea de querer adornar mi mochila de viaje, decidí fabricarlo yo mismo. Así que compré un pequeño bolsito que tenía un bordado similar a lo que pretendía del parche, le recorté el frente, le cosí los bordes para que no se deshilache, y por fin pude tener mi primer parche listo para pegar en la mochila. Quedó bueno, y un poco me arrepentí de no haber hecho lo mismo en Bolivia, ya que había visto bolsitos similares.


Las calles de Cusco por la noche, un tanto desoladas.


Por la tarde descubrimos que el hostel tiene un patio bastante grande con mesitas y hamacas paraguayas, cosa que no sabíamos al momento de registrarnos, y que da ganas de quedarse tirado ahí al aire libre. Y por la noche, cuando estábamos saliendo en busca de algún lugar para cenar, vimos que también hay una mesa de pool, una de ping pong, un metegol, dardos, todo para ser usado por quien guste y sin costo alguno. Nos colgamos un buen rato jugando, y cuando volvimos después de comer seguimos por unas cuantas horas más. Además en el sector del hostel donde se encuentran todos los juegos funciona también un bar, así que también aprovechamos para tomar alguna que otra cerveza. No éramos lo únicos, y en un momento el ambiente que se formó por las bebidas, los juegos y la buena música era el de una verdadera fiesta. Realmente la pasamos muy bien, conversamos con algunas personas, e hicimos un duelo de pool entre Argentina y Chile.

2 comentarios:

  1. Que hermosuras, las ves que me cague de frío por ahí pero es que me encantaba Cuzco de noche! tan solitario y silencioso.

    jlg

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  2. Si, definitivamente. No se, pero algo tiene la ciudad de Cusco. Un no se qué, que que se yo...

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