lunes, 8 de noviembre de 2010

Día 27: Hacia el Perú

19.sep.2010

Tomamos el micro en Copacabana, y previamente pasando por todos los controles de frontera, entramos a la República del Perú. Es el segundo país al que cruzamos en este viaje, y es la primera vez en mi vida en que estoy en un país no limítrofe a Argentina. A juzgar por el paisaje y las construcciones que vimos desde la ruta, Perú se presenta como una continuidad del terreno boliviano, aunque es un tanto caprichosa esta definición, ya que tan sólo avanzamos algunos kilómetros desde la frontera. Lo único que marca una diferencia en este tramo de viaje son las pintadas políticas en las paredes de las casas, en las que ahora empezaron a abundar los colores rojo y blanco, en lugar del verde, amarillo y rojo que se veían anteriormente.


A tan sólo algunos segundos de cruzar la frontera.


Después de tres horas de viaje llegamos a Puno, nuestro primer destino en el nuevo país. Yo creía que al estar a orillas del lago Titicaca iba a asemejarse muchísimo con Copacabana, pero no. Puno es mucho más grande, y está bien marcada la zona turística, en las inmediaciones a la plaza de armas, y la parte donde se manejan los habitantes locales, más cercana al lago. Al empezar a recorrer las calles y averiguar por hospedajes y lugares para almorzar, nos encontramos con un país que si bien sigue siendo económico para lo que estamos habituados en Buenos Aires, es bastante más caro de lo que nos habíamos acostumbrado a pagar en Bolivia. Aunque también cabe destacar que alejándose de los lugares que apuntan exclusivamente al turista, y metiéndose por las calles más de barrio propiamente dicho, encontramos un menú para cenar que fue lo más barato que pagamos hasta ahora. Consistía en un primer plato de sopa de quinua con verduras, y un segundo plato a elección, que en mi caso fue un medallón de carne picada, acompañado por arroz con vegetales, papa y ensalada de lechuga y tomate. También el menú venía con un vaso de mate, y todo esto por 2,50 soles, que es algo así como $3,70.


La plaza de armas de Puno, con la catedral de fondo.


Algo pintoresco de la ciudad de Puno, es que está lleno de moto taxis y bici taxis, que en ambos casos tienen espacio para dos personas además del conductor.

A diferencia de Copacabana, la parte costera no tiene playa, sino que más bien es tipo puerto, donde están amarrados todos los barcos. El agua también es bastante más oscura, casi marrón, y con muchos juncos que salen de ella, dándole un aspecto general mucho menos atractivo que en la ciudad boliviana.


Las dos grandes bebidas peruanas: Chicha Morada (está hecha a base de
un tipo de maíz) e Inca Kola (que para mí tiene el mismo gusto que esos
chizitos dulces de colores). Muy buenas ambas.


Por la tarde fuimos a visitar las islas flotantes de los Uros, que fue el motivo principal por el que vinimos a Puno. Con media hora de lancha llegamos a la comunidad de los Uros, que consta de cincuenta y ocho islas construidas íntegramente a base de totora, que es una especie de junco que crece en el lago. Cada isla está habitada por un presidente y algunas familias, quienes entre todos fabricaron su isla, primero consiguiendo grandes bloques de raíces de totora y amarrándolos entre sí para formar lo que es la base de la isla. Sobre eso se colocan capas y capas de totora en diferentes sentidos, para mantener la superficie libre de humedad y para evitar que el viento y las mareas les destruyan el suelo. También con totora construyen sus canoas y sus casas, que son muy pequeñas y de un único ambiente. Invitados por una señora, entramos a una de las viviendas, que tenía unas dimensiones aproximadas de dos metros por cuatro, y la dueña me dijo que son tres personas las que viven ahí. Es pintoresco pero a la vez raro ver como tantas familias viven en esas islas flotantes, alejados de tierra firme, y con la sensación de que no necesitan más que lo que tienen.


El presidente de una de las islas, explicándonos
algunos de los detalles de su comunidad.

3 comentarios:

  1. Muy interesante... Me gustó!
    Li.

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  2. Hola Martin!

    Esta mañana leí todo lo que escribiste de tu viaje, desde el día uno hasta el 27, me encantó, y me reí mucho. Demasiada buena experiencia.

    Un beso!

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