sábado, 30 de octubre de 2010

Día 19: Enfermos

11.sep.2010

Me desperté a las tres y algo de la mañana con un poco de malestar. Quedándome quieto como que de a momentos intentaba desaparecer, pero en otros empezaba a sentir algo incómodo como en el tracto digestivo, y si intentaba cambiar de posición el estómago se revolucionaba aún más. Me quedé inmóvil por unos largos minutos, pero la sensación permanecía y ya no podía volver a dormirme, e incluso de a ratos me parecía que las náuseas estaban próximas. En un momento Víctor se levanta para ir al baño, y al darse cuenta que yo también estaba despierto me comenta que se sentía mal. Fui al baño a hacer pis y por un instante tuve ganas de vomitar, pero la sensación desapareció rápidamente. Volví a la habitación y al sentarme en la cama me di cuenta que estando en esa posición el malestar era menor que estando acostado. Me quedé un largo rato así, inmóvil, mientras Víctor seguía en el baño. Cuando volvió me recosté pero con la cabeza apoyada sobre el respaldo de la cama, y al ver que ya no me sentía tan mal me acosté completamente y me quedé dormido. Me desperté algunas horas más tarde, cuando ya era de día, pero Víctor no corrió mi misma suerte y no pudo dormir ya que se seguía sintiendo mal. Durante la noche ya había largado todo lo que tenía para largar, por lo que dedujo que el dolor era producto de su intestino irritable.


En el patio del hostel, con mi botella de Coca Colla Bol Energy.


Nosotros teníamos pasaje para salir a las siete de la tarde de ese día con destino a La Paz, pero viendo que pasaban las horas y la situación permanecía igual, me fui hasta la terminal para postergar la salida por un día. La empleada de la empresa de buses me explicó que no era posible realizar el cambio porque el boleto fue impreso con nuestros nombres, y no podía anularlo en el sistema. La única posible solución era que se los deje para ver si ella podía vendérselos a alguien, pero que probablemente esta venta tendría que ser por un monto menos al que nosotros pagamos, y en caso de que nadie lo quisiera comprar, perderíamos el pasaje. Le dije que iba a pensar esa alternativa, pero que primero iba a ver como evolucionaba la salud de Víctor en las próximas horas. Él mientras tanto seguía en cama porque estando en posición horizontal era menor el malestar, así que mientras tanto fui a arreglar a la administración del hostel para ver si nos podían dejar la habitación durante más tiempo, ya que teóricamente teníamos que desocuparla después del mediodía. Con el asunto arreglado fui a comprarle un par de manzanas para que no esté con el estómago vacío, y después me fui a dar una vuelta por la ciudad, ya que los festejos habían comenzado su segunda jornada bien temprano por la mañana.


Las calles de Sucre, plagadas de coloridas vestimentas.


Cada tanto volvía al hostel para ver como seguía Víctor y por si necesitaba algo, y después volvía a las calles, a veces para comer algo o simplemente para apreciar el paso de las comparsas. Cuando se hizo la hora en que teníamos que salir hacia la terminal, Víctor se sentía un poco mejor, o por lo menos hizo el esfuerzo. Tomamos el micro puntualmente, haciendo el viaje más largo desde nuestra salida de Buenos Aires.

1 comentario: