sábado, 16 de octubre de 2010

Día 15: Ojo del Inca

7.sep.2010

Después de una noche que se me hizo eterna, despertándome continuamente, casi no desayuné por temor a que algo volviera a caerme mal. En realidad no se si el malestar fue provocado por alguna comida que no me cayó bien, o si fue por haber comido mucho en el almuerzo. Después recordé que alguien nos había recomendado que en la altura no comiésemos mucho, pero sí que tomásemos mucha agua. De todos modos tomé un desayuno escaso, teniendo en cuenta que está incluido al servicio del hostel. Más que para alimentarse a la mañana fue para hacer sociales, ya que nos quedamos hablando con los italianos, después con un par de chicas australianas, y más tarde con una parejita de ingleses.

Terminado el desayuno y las charlas, salimos con intención de ir a un lugar llamado “Ojo del Inca” que nos habían recomendado. Fuimos hasta la parada de buses y nos tomamos uno que iba para ese lado. Nos dejó en medio de una ruta, y seguimos a pie por un camino que subía la montaña. No estábamos seguros de estar por el lugar correcto, ni tampoco qué aspecto tenía lo que estábamos buscando. Después de unos quince minutos de caminata, llegamos hasta un lugar en el que había dos pequeñas casas a orillas de un lago aparentemente artificial y de no muy grandes dimensiones. Parecía ser una propiedad privada, así que nuestra intención era la de seguir ascendiendo por el camino que estaba a un costado. Una señora se asoma de la casa, y le preguntamos por el Ojo del Inca, y ella nos señala el lago diciendo que era aquel. No sabíamos si nos estaba diciendo la verdad o si simplemente quería que nos acercásemos para vendernos algo, pero sin dudas no era lo que esperábamos encontrar. La señora nos comentó que siguiendo el camino hacia arriba no íbamos a encontrar más nada, y nos pidió que nos acercásemos así nos contaba un poco sin compromiso. La señora, rodeada por cachorritos de perros que jugaban entre si, nos contó que ese lago era un antiguo volcán lleno de agua, y que por eso su temperatura era de entre 30 y 35 grados, y con mucha profundidad, por lo que varios turistas se acercaban hasta ahí para nadar un rato. Nos invitó a tocar el agua, y pudimos comprobar la temperatura de la misma. Víctor le preguntó si no había otros lugares parecidos en los alrededores, porque es lo que le habían comentado, y ella dijo que no, que el Ojo del Inca era único.


Jugando con un perro en el Ojo del Inca.


Más tarde la señora nos comentó de la existencia del Ojito del Inca, que estaba más abajo por la montaña, pero que era algo completamente diferente porque el agua alcanzaba los cien grados, por lo que la gente no se podía meter ahí. Siguiendo sus instrucciones continuamos camino para dar con este otro lugar, el cual encontramos después de apenas dos minutos de caminata. Era una especie de pantano del tamaño de una pileta y menos de medio metro de profundidad. El agua tenía un tinte grisáceo y cada tanto emanaba cierto olor a estancamiento. Sin embargo a la vista era más atractivo que el lugar anterior, porque debido a la elevada temperatura, se generaban burbujas.


El Ojito del Inca, una especie de pantano.


Nuevamente en el hostel me tiré sobre la cama ya que me sentía muy cansado y sin energía, debido posiblemente a que no había cenado y casi tampoco desayunado. Al despertarme había recuperado un poco el apetito así que salí en busca de algo, pero terminé comprándome una lata de atún y un paquete de galletitas de agua, ya que todas las comidas que vendían por la calle eran con excesos de fritura y no quería correr el riesgo de que algo me cayera mal nuevamente.

A la tarde fuimos a la sala de TV del hostel para mirar el partido de Argentina – España, junto a Tomás, un flaco californiano de padres argentinos, y dos ingleses. Más tarde nos fuimos a dar una vuelta con Esti, una chica vasca que se hospedó esta tarde. Nos quedamos los tres tomando una cerveza, jugando a las cartas, y después fuimos a comer una pizza que espero me caiga bien, porque sino mañana va a ser un día complicado en la mina.


Cena en la pizzería, brindando con Víctor y Esti.

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