miércoles, 13 de octubre de 2010

Día 6: Casi dormimos en la calle

29.ago.2010

Las tranquilas calles de Tupiza.


Con la luz del día y a medida que pasaron las horas, Tupiza nos fue gustando cada vez más. La recorrimos casi de punta a punta, tanto de día como de noche, y la verdad que es mucho más tranquila de lo que parece. Fuimos caminando por cualquier calle, no sólo las más transitadas, y creo que no hay nada a qué tenerle miedo acá. No hubo mucha actividad en el día de hoy; lo más destacado es que fuimos a una feria que está instalada en una de las puntas de la ciudad. Pero no es una feria artesanal ni nada apuntado al turismo, sino que es algo bien local. Es como un mercado en medio de la calle, que se extiende por casi dos cuadras, donde se venden principalmente frutas, pero la oferta es bien variada, pasando por ropa, artículos de almacén, de bazar, y también algunas comidas típicas. Nosotros nos compramos unos jugos al increíble precio de un boliviano el vaso (75 centavos argentinos). En el puesto callejero los tenían en unos baldes transparentes, que dejaban ver esos variados colores. Yo me pedí uno de mocochinchi que no sabía que era pero que tenía un color marrón poco tentador: había que arriesgarse. El sabor era mucho mejor a lo que esperaba. Era algo así como el jugo de la ensalada de frutas, pero lo que me dio un poco de impresión fue que la señora que me lo vendió, metió dentro del vaso una cuchara y una especie de esfera amarronada que estaba dentro del balde. Cuando las había visto flotando en el interior del mismo supuse que era lo que le daba el sabor al jugo, pero no me imaginé que la tendría que comer. Al principio me dio un poco de asco porque no sabía que era y tenía una textura extraña y como con minúsculos pelitos como la piel del durazno. Así que supongo que sería alguna fruta de esa familia, aunque mucho sabor no tenía.


Disfrutando de nuestros jugos de mocochinchi y piña, en la feria.


Después de la cena volvimos al hostel, tocamos timbre y como después del tiempo suficiente no tuvimos respuesta, volvimos a tocar. Tampoco pasó nada así que golpeamos la puerta un par de veces y a su vez volvimos a intentar con el timbre. En eso escuchamos que alguien se acercaba desde el lado de adentro, pero cuando la puerta se abre, en vez de ver la cara de Alfredo (el encargado), vemos que era Luciano, un flaco de Buenos Aires que vino en el mismo tren que nosotros desde Villazón, y que se hospedó ahí mismo junto a su pareja italiana. Luciano nos reconoce rápidamente y muestra cierto alivio, al ver que éramos nosotros quienes llamaban insistentemente, y nos dice “el tipo desapareció, no se a dónde se fue”, refiriéndose al encargado. Entramos a la recepción del hostel escasamente iluminada por el resplandor de un televisor prendido, y vemos a Alfredo más cerca del sueño que de la vigilia, tapado por una manta, mientras se levantaba lentamente quedándose sentado en el suelo sobre una improvisada cama. Víctor le dijo “lo despertamos”, a lo que el tipo respondió con unos vocablos verdaderamente inentendibles. Qué groso Luciano que salió de su habitación, posiblemente estando ya acostado, al oír que alguien llamaba a la puerta. Creo que yo no lo hubiese hecho, porque uno supone que el encargado está ahí. Y por otra parte que aparato que es Alfredo. No se le entiende ni la mitad de las cosas que dice, muchas veces habla susurrando, como si estuviese diciendo algo ultra secreto. Para colmo está siempre mascando coca, lo que dificulta aún más su interpretación. Nos contó que es tecladista de la banda parroquial, o algo por el estilo. También es cantautor, por lo cual ganó una postal que vino a mostrarnos esta mañana con todo el orgullo. Creo que es catequista y está en contra de Evo Morales, porque dice que su dios es el demonio, ya que está en contra de la iglesia y los evangelistas. Alfredo se la pasa todo el día de acá para allá dentro del hostel, limpiando los baños, trapeando los pisos, y para colmo a la noche duerme en el suelo por si llega algún hospedado. La peor vida.


El patio interno de Hostel Tupiza, donde nos hospedamos.

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