lunes, 11 de octubre de 2010

Día 4: Tato y Tilcara

27.ago.2010

Después de desayunar nos tomamos el micro rumbo a Tilcara. El viaje fue corto, pero se estiró por una mina de Tucumán que no paró de hablarnos ni un minuto de los cuarenta que duró el trayecto. Ni bien llegamos a destino fuimos a buscar alojamiento, que no nos costó mucho trabajo encontrar. Ya instalados salimos al pueblo y fuimos directo a la plaza para encontrar a Tato, un compañero de colegio que se convirtió en hippie y se fue a instalar ahí. Fuimos directamente al punto de la plaza donde él tenía instalado un puestito de artesanías en el verano, pero éste ya no existía. Le pregunto a una chica que estaba por ahí si lo conocía a Tato, y me lo señala, ahí a algunos metros. La sorpresa que se llevó al verme ahí fuera de temporada. Nos abrazamos como dos amigos que no se ven desde hace tiempo. Él no sabía nada que íbamos a andar de paso por ahí, y pasar a saludarlo fue el motivo principal por el que llegamos a Tilcara. Me contó que no tiene más el stand de artesanías porque los puesteros de la plaza se unieron para echar a todos los hippies. Así que la municipalidad los obligó a retirarse, y ahora la situación está complicada, ya que no los dejan trabajar. Desde que pasó eso tiene ganas de irse para otro lado, capaz para Bolivia u otro lado, pero ya no piensa en volver a Buenos Aires. De todos modos por ahora la sigue piloteando porque está saliendo con una chica, también hippie, pero que está habilitada como puestera, así que ella se encarga de vender también las cosas que él hace.


Cruzando el puente, rumbo al cerro de la cruz.


A la tardecita nos subimos al cerro de la cruz, desde donde se tiene una buena vista de todo el pueblo, y nos quedamos un largo rato ahí arriba descansando y merendando, mientras disfrutábamos de la tranquilidad y del viento. Más tarde, a la hora de la cena, fuimos a la peña de Carlitos donde comimos bien, y un grupo musical local animó muy alegremente la velada. Lamentablemente me quedé con ganas de despedirme de Tato antes de partir. Cuando todavía había algo de sol habíamos ido a comprar los pasajes para salir mañana temprano rumbo a La Quiaca. Le mandé un mensajito de texto a Tato para ver si tenía pensado andar por la plaza, así lo saludaba, pero nunca recibí respuesta. Supongo que ya me lo volveré a encontrar en algún otro momento.


La cena en la peña de Carlitos.

1 comentario:

  1. Cusco es un viaje de ida, vamos de una Pana, seguro, con tiempo y a disfrutar a pleno los días en la ciudad mas linda que conocí hasta ahora.

    jlg

    ResponderEliminar