jueves, 28 de octubre de 2010

Día 17: Sucre es nuestra casa

9.sep.2010

Un último desayuno potosino y salimos rumbo a Sucre. Llegamos después de tres horas en un micro en impecables condiciones, y como siempre al entrar a una ciudad nueva, aparecen algunos temores e incertidumbres. En la terminal conseguimos un mapa y empezamos a caminar hacia el centro que estaba a unas trece cuadras. Avanzamos algunas, y al doblar en una calle con boulevard, nos dimos cuenta que Sucre se diferenciaba del resto de los lugares bolivianos que habíamos conocidos hasta el momento. Las calles y las veredas son distintas, y los comercios ya no son pequeños puestos que aparentan improvisación. De repente, y habiendo llegado hace sólo algunos minutos, tuvimos la sensación que este lugar se asemejaba a Buenos Aires. Sentimos cierta alegría al encontrar puntos de contacto con nuestro lugar natal, estando a tantos kilómetros de distancia. Incluso el clima se parece. Se siente como si hubiera más humedad en el ambiente, y la brisa tiene cierta fragancia primaveral que me recuerda increíblemente a Argentina.


La plaza central de Sucre.


Encontramos un hostel donde hospedarnos, y acá también se multiplicaron las similitudes con casa, ya que en el patio hay macetas con las mismas plantas. Parece una pavada, pero la verdad que desde que salimos de Buenos Aires anduvimos por lugares que casi no tienen relación con nuestra provincia, y la poca vegetación que vimos nada tiene que ver con la que conocemos de toda la vida. Por primera vez en el viaje el clima invitaba a usar bermudas y ojotas, lo cual sentí como una verdadera satisfacción. Una vez instalados salimos a recorrer un poco y nos encontramos con una ciudad increíblemente hermosa. Acostumbrados a tanta aridez no esperábamos llegar a una plaza tan verde y bien cuidada. Sucre es una de las dos capitales bolivianas, pero sólo tiene los factores positivos de una gran ciudad. Calles seguras y limpias, parques cuidados, arquitecturas hermosas… realmente se hace muy difícil describirla y expresar una impresión realista del lugar, pero nosotros a medida que fuimos avanzando por las cuadras y descubriendo nuevos lugares, íbamos riendo y diciendo repetidamente frases como “esto es increíble” o “es la mejor ciudad de todas”.


Otra plaza, con mucho verde.


Encontramos un mercado (como los hay en todos los lugares de Bolivia por donde estuvimos) que es muy grande y está bien dividido por rubros. Y hay un sector donde preparan jugos naturales de frutas que son espectaculares. Son vasos muy grandes, baratos, y el jugo es delicioso.

Acá la gente también tiene rasgos diferentes a la de otros lugares de Bolivia. En las ciudades que pasamos anteriormente era muy fácil darse cuenta quiénes eran del lugar y quiénes extranjeros, pero acá, supongo que al ser una capital, debe haber mayor mezcla de razas, por lo que muchos tienen rasgos más parecidos a los nuestros, si se quiere.


Esperando los jugos en el mercado.

2 comentarios: