sábado, 19 de diciembre de 2009

Ver, imaginar, creer

¿Qué necesidad tenías de aparecer así? Y no me digas que yo te llamé porque sabes muy bien que no es cierto, o por lo menos deberías saberlo. Desde hace meses que no cruzamos ni una sola palabra, y no porque no tenga ganas, sino porque entiendo que eso ya no tiene ningún sentido. Y comprendí que era así aquella última vez que te vi, y te vi besando. Me saludaste como si nada, pero si hay un lugar donde es imposible que no pase nada es por adentro mío. Por suerte en aquella oportunidad yo estaba con amigos, por lo que pude rápidamente exteriorizar mi malestar y no se agrandó demasiado la cosa.

Pero ahora venís a aparecer así, sorpresivamente. Podías haberme llamado y no te iba a negar un encuentro. Pero no. Tu cuerpo se hizo presente sin previo aviso en lo que sabes que es un espacio privado para mí, para estar tranquilo y despejarme de los malestares del día a día. Cuando noté tu presencia ya estabas a mi lado, cuerpo a cuerpo, mirándome con tus ojos luminosos, y con tu clásica sonrisa a la cual es imposible llevarle la contra. Me besaste, me acariciaste dulcemente la cara, diciéndome que estaba todo bien. Yo estaba desprevenido y no tuve mucho poder de reacción. Te hice saber que no entendía bien la situación, y vos me respondiste con esa frescura de siempre que estaba todo bien, y que querías estar conmigo. Volviste a besarme y tuve una mezcla de alegría con desconfianza.

Te volviste a ir y ahora tengo una enorme incertidumbre que me estalla por dentro. Y te juro que me gustaría mucho creerte, pero presiento que con tu visita sólo reavivaste una herida que si bien nunca había llegado a cicatrizar, por lo menos había menguado su dolor.

1 comentario:

  1. y yo acá, que no sé si tomar todo esto literalmente o literariamente, cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia?

    Quiero mail o sms con propuesta de encuentro.

    ResponderEliminar