martes, 8 de diciembre de 2009

Karma Police V

Previously on Karma Police:
Me hacen subir a un patrullero y me llevan para atestiguar un procedimiento en la casa de un loco. El grupo geo procede a entrar en la casa del canadiense al grito de "dale, vamos vamos"...


Una vez que el grupo entró en la vivienda, pasaron un par de minutos, y alguno de sus miembros salieron de la casa. El canadiense, al ver el operativo, no ofreció resistencia y se entregó a las fuerzas policiales. Uno de los policías ordenó que entremos a la casa. El tipo estaba sentado en una silla, con las manos esposadas, y rodeado por seis oficiales. Había algún médico también ahi adentro, y los tipos del juzgado. Uno de los oficiales nos dice que nos apartemos un poco porque tenían que sacar al perro, que era un bulldog bastante asesino. Con el otro testigo salimos de la casa, y después de un par de minutos, y ante un nuevo pedido, ingresamos por segunda vez. El canadiense seguía estando en la misma posición, y nosotros tuvimos que ir a la planta superior de la casa, a la habitación donde se había amotinado el loco. Ahí adentro estaba la mujer, y luego ingresó un policía, uno de los del juzgado, una médica, y después pasamos el otro testigo y yo. Ahí vi por primera vez a la mujer del canadiense. Tendría unos 30 y pico de años. La habitación era un completo desastre. El tipo había revoleado roperos, mesitas, muebles, televisor... todo contra la puerta para que nadie pudiera entrar, por lo que era bastante complicado ingresar al cuarto. Para colmo era como si fuese un altillo, con el techo inclinado, así que había que sortear unos cuantos obstáculos para entrar. La mujer acusaba que el tipo era un violento, y cada vez estaba peor. Dijo que él tenía drogas, así que un oficial procedió a la búsqueda de las mismas en el dormitorio, por lo que nosotros teníamos que observar los hechos. Lo único que quedaba más o menos en su lugar en la habitación, era la cama. El resto era un completo caos. Dos policías revisaron la cama y unos cajones para ver si aparecía algo. Dentro de uno de los cajones de la mesita de luz había un cuchillo, pero nada más. Parecía que no iba a aparecer nada, así que volvimos todos a la planta baja. Allí uno de los hombres del juzgado deliberaba con la doctora como continuar el caso. Definieron que lo iban a llevar a un hospital, y posiblemente después iba a quedar internado en un psiquiátrico. El operativo ya estaba terminado. A todo esto había pasado aproximadamente una hora desde que me crucé con el patrullero. Parecía que estabamos cerca del final... pero no. Todos salimos de la casa. Al canadiense lo subieron a una ambulancia, y a la mujer a un patrullero porque tenía que ir a la comisaría a declarar. Nosotros, lejos de quedar en libertad, subimos nuevamente al patrullero...

Continuará...

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