jueves, 2 de diciembre de 2010

Día 37, parte 2: Estafa a la francesa

Mirando el pasaje que tenía en mis manos recordé que el día anterior cuando Frederique y Aurelie los compraron en la oficina de Cisne, Víctor y yo habíamos hecho lo propio en la misma empresa para salir por la noche rumbo a Arequipa, y que los cuatro boletos eran iguales, con el estampado y el nombre de la empresa en color celeste, y en cambio estos que estaban ahora delante de mis ojos tenían el estampado en color marrón, y en su encabezado podía apreciarse el nombre de otra empresa, que era Expreso Power. Definitivamente el tipo les había cambiado los pasajes por otros, y esto me desorientaba más con respecto a lo que podía llegar a pasar. De todos modos me dirijo a la oficina de Power para tirarme el lance y ver si por casualidad ellos tenían por ahí la parte que les faltaba a los boletos, aunque ellos no tenían nada que ver con la estafa que empezaba a creer cada vez más como algo concreto. Así que me arrimo hasta la oficina, y le digo a uno de los muchachos que estaba ahí:
-Disculpame. Yo compré estos pasajes pero el chofer me dice que les falta un pedazo.
-No, pero no te hagas problema, suban igual al bus –me dice después de mirar los pasajes.
-Claro, pero el chofer me dice que sin ese talón no nos puede dejar viajar.
-Suban igual, no pasa nada, yo después le mando al chofer un comprobante para que tenga.
-Está bien, pero él me dice que sin eso no podemos viajar. ¿No podrías venir vos a hablar con él directamente?
-Si, si, no hay problema.
Así que el flaco con la mejor predisposición vino conmigo nuevamente hasta las plataformas para intentar solucionar el tema directamente con el conductor del micro.

El chofer y el muchacho conversaban entre sí, uno diciendo que sin el comprobante las chicas no podrían viajar, y el otro opinando que podían hacerlo lo mismo, y después él le mandaría un comprobante al conductor, y mientras tanto Frederique, Aurelie y yo éramos los espectadores más nerviosos de la charla. El chofer se dio cuenta que había algo raro en el asunto, y me preguntó que quién fue el que nos dio esos pasajes, así que le expliqué que había sido un tipo de Cisne, pero que cuando lo fui a buscar ya no estaba. Por iniciativa suya volvimos a ingresar a la terminal en busca de aquel sujeto, que obviamente no estaba por ningún lado. El conductor ya convencido de que hubo una estafa de por medio, me dice que habría que llamar a la policía. A un costado de la oficina de Cisne estaba el mismo gordo que me había dicho que el otro tipo se fue al taller, quien le repite las mismas palabras al chofer. Éste, un tanto indignado y ya metido en toda la situación, va para la oficina de Power y comenta con algún otro empleado de su empresa algo así como que no podía ser que pasaran estas cosas.

Mientras ellos seguían conversando con los pasajes en su poder, me doy cuenta que éstos tenían todos los datos impresos, es decir el nombre del pasajero, ciudad de destino, fecha y horario, pero el nombre impreso había sido tachado con birome, y sobre éste escrito a mano el de Aurelie. Hasta el momento ninguno de nosotros se había dado cuenta de ese detalle, y al notarlo hago un esfuerzo por leer el nombre que estaba tachado. Tomé el boleto con mis manos, y me quedé paralizado al leer que el nombre que se ocultaba bajo los garabatos era “MARTÍN PANARI”. No pude hacer más que quedarme inmóvil con la mirada fija en mi nombre, sin entender absolutamente nada. Miro el otro pasaje, y se repetía la situación: tenía impreso el nombre “VÍCTOR JANOTA”, el cual había sido tachado y luego escrito con birome el de Frederique. No había ninguna explicación razonable para que nuestros nombres estuviesen en esos boletos, porque la empresa a la cual nosotros le hicimos la compra en la jornada anterior era Cisne, y no Expreso Power, y además para nuestros pasajes nunca ingresaron los datos al sistema, sino que cuando los compramos la chica de la empresa escribió a mano nuestros nombres en los boletos, y nos los dio. Además el tipo de Cisne que hizo la estafa cambiando los pasajes originales por estos otros, en ningún momento tuvo nada en su poder que dijera mi nombre y el de Víctor.

Continuará...

No hay comentarios:

Publicar un comentario