lunes, 23 de noviembre de 2009

No hay marcha atrás

Se acerca fin de año, y calculo que todos nosotros, consciente o inconscientemente, hacemos algún tipo de análisis anual, evaluamos si estos doce meses dejan en nosotros un saldo positivo o negativo. Más o menos empezamos a recordar los logros y objetivos alcanzados, así como también los garrones que nos comimos, y por lo general nos cuesta creer que el año haya pasado tan rápido.
Cuando sentimos que el año que se va fue positivo, no hay mayor inconveniente. Lo revivimos mentalmente con cierto placer, como saboreándolo. Pero cuando fue un año de mierda, o en el mejor de los casos estuvo lejos de ser bueno, ahí se ve la verdad, ya que ante esto la gente se divide en dos diferentes categorías: por un lado los que no ven la hora de que el año se termine de una buena vez, con la esperanza de que el 1º de enero todo empiece a ser diferente, y por otro lado están los que guardan en su interior una esperanza. Esa esperanza que lleva a imaginar que todavía puede pasar algo lo suficientemente trascendente y maravilloso como para inclinar la balanza para el lado positivo. Pero este optimismo de que algo bonito nos pase, ¿cuándo tiene su fecha límite? ¿Se puede mantener esa ilusión hasta el último minuto del 31 de diciembre? Muy posiblemente. Es factible que en todo el mundo la gente crea que hasta hasta el minuto 59 de la última hora del último día la situación pueda revertirse.
Pero entonces, si mientras el calendario no marque el cambio de año hay tiempo para que "nuestro año" pegue un vuelco, ¿por qué planteo en este momento que no hay marcha atrás, faltando más de un mes? Porque es posible que en todo el mundo haya tiempo hasta el fin de diciembre. En todo el mundo excepto en un lugar. Nosotros los que vivimos en la Zona Norte del Gran Buenos Aires, sabemos que no es así, o por lo menos no lo es para nosotros. Hay un hecho clave que marca el final del año, una fecha límite. Es un suceso que al ocurrir decreta automáticamente que no hay posibilidad alguna de revertir el año: si fue bueno, joya; pero si fue malo, lo lamento. Y esta mañana, mientras viajaba en colectivo, me di cuenta que cruzamos esa fecha. Ya está, no hay retorno, el año está perdido. Hoy, 23 de noviembre, vi que la torre del Unicenter estaba decorada con motivos navideños.

2 comentarios: