miércoles, 30 de julio de 2014

Relato de un hombre temeroso

Cuentan que hubo allá un sujeto, 
asumido solitario, 
que pasaba el tiempo a diario 
en variados quehaceres, 
pero sin hallar placeres 
en su mundo ordinario. 

De algún modo él odiaba 
esa vida de rutina 
que punzaba cual espina 
en el medio de su alma, 
despojándolo de calma 
con constancia asesina. 

Así pasaba los días, 
y los meses, y los años, 
refugiado de los daños 
que pudo causarle el mundo, 
alejando así su rumbo 
al de amigos y de extraños. 

Pero él era consciente 
de que algo bien no andaba, 
porque se mortificaba 
al pensar en un futuro 
que siempre veía oscuro 
si su vida no cambiaba. 

Ya lo había intentado 
en su antigua juventud, 
cuando tuvo la inquietud 
de hacer algo diferente, 
pero se chocó de frente 
con su falta de actitud. 

Porque lo paralizaba 
su marcada cobardía, 
y aunque a veces pretendía 
esos miedos superar, 
se quedaba en el lugar 
sin saber por qué lo hacía. 

El tiempo lo fue encerrando 
de a poquito, gradualmente, 
y fue evitando las gentes, 
las posibles compañías, 
convirtiéndose así un día 
en un personaje ausente. 

Sus amigos más cercanos 
son los que se preocuparon: 
muchas veces preguntaron 
por saber qué lo aquejaba, 
pero todo él lo negaba 
y de a poco lo olvidaron. 

Ya nadie se preguntaba 
por la vida del sujeto 
quien por no enfrentar el reto 
de hacer un cambio rotundo 
encontróse sin un rumbo, 
ni una guía, ni un libreto. 

No fue más que un esqueleto, 
un algo de piel y hueso. 
quien gozó menos que un preso; 
porque dicen sólo es vida 
la vida que se es vivida. 
Lo demás es un proceso.

3 comentarios: