sábado, 20 de noviembre de 2010

Día 33: El paraíso

25.sep.2010

La satisfacción de amanecer en un lugar privilegiado.


La caminata no fue tan dura como durante los días anteriores, pero en algunos momentos se complicaba porque una pequeña cantidad de agua fluía sobre el mismo camino, haciendo que éste fuese resbaloso. En una de las oportunidades en que nos detuvimos para descansar, los coordinadores de los diferentes grupos empezaron a organizar un partido de fútbol. El simple hecho de ver la pelota hacía muy tentadora la propuesta, pero por otro lado era muy difícil correr a casi tres mil metros de altura, y más teniendo en cuenta todo el desgaste físico previo, y lo que aún faltaba. De todos modos fue un gustito que hubo que darse. Se terminó armando un enfrentamiento entre Perú y el resto del mundo. La selección local estaba integrada por todos los guías más Chris, el escocés de nuestro grupo, y nosotros éramos un italiano, un español y un estadounidense del otro grupo, Max, Fabian, Víctor y yo. El partido se hizo muy difícil, y a los pocos minutos ya no podíamos respirar y el aire no nos alcanzaba. Igualmente hicimos un gran esfuerzo, y le pusimos muchas ganas pese a estar bajo un sol complicado, y terminamos ganando por cuatro a cero, con dos goles de Fabian, uno del español, y el último mío. Cabe destacar la actuación de Max en el arco, que tapó unas cuantas pelotas. Pese a que fueron unos cuantos minutos demoledores, valió la pena, fue muy divertido, conseguimos la victoria y dejamos bien parado a nuestro país, no como un brasilero amargo que no quiso jugar.


A media mañana encontramos un salto de agua. De izquierda a
derecha: Mercedes, Víctor, yo, Frederique, Aurelie, Chris y Wouter.


Después del almuerzo Chris se separó del grupo porque él tenía un vuelo programado y debía haber arrancado el tour un día antes que nosotros, cosa que no pudo por el paro que hubo en Cusco, por lo que debía llegar al Machu Picchu un día antes que el resto. Nosotros fuimos en camión hasta Santa Teresa, que era la ciudad donde teníamos que pasar nuestra tercer noche. Yo personalmente no sabía que era una ciudad, y de hecho creía que una vez que arrancábamos con el tour casi no nos íbamos a encontrar con civilización. Pero evidentemente no era así, y fue una gran sorpresa toparse con una ciudad ahí, tan lejos de todo, con plaza, casas, comercios… De todos modos donde nosotros paramos era un camping que estaba un tanto alejado de todo eso. Del cerro que estaba ahí cercano, bajaba un ruido muy fuerte, como un zumbido, que no sabíamos de dónde provenía, pero que parecía algún tipo de maquinaria. Más tarde nos dimos cuenta lo que generaba ese sonido, y eran simplemente unas chicharras gigantes que andaban por todos lados.


Anna, Mercedes, Frederique, Tero y yo en el camión rumbo a Santa Teresa.

Algunos minutos después y ya entrada la noche, fuimos a un complejo de aguas termales que está ahí cerca de la ciudad. Después de tantos días de caminata y sin poder refrescarnos, fue realmente muy placentero poder meterse en ese piletón de agua tibia, en medio de la oscuridad, relajando todos los músculos del cuerpo y mirando el cielo estrellado. Estar ahí era desconectarse de todo, y se sentía como haber llegado al paraíso después de esas jornadas de tanto esfuerzo. Ahí nos quedamos un rato, sumergidos y con tan sólo nuestras caras fuera del agua mirando hacia el cielo, que se veía iluminado por relámpagos que lo atravesaban. La sensación de paz y bienestar que contagiaba ese momento es inexplicable.

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