El sábado fue el casamiento de Javi, un amigo, con quien fuimos al colegio. Increíble cómo pasa el tiempo. Uno no se da cuenta, pero después aparecen estos momentos clave, que lo devuelven a uno a la realidad de un cachetazo. Y en un momento en particular de la fiesta, me di cuenta que éramos cinco ex compañeros los que estábamos compartiendo la mesa, todos con sus respectivas parejas salvo uno: yo, que no tengo. No voy a apelar al clásico recurso del violín, pero es cierto que una de las tantas cosas que hace el tiempo es “acomodar” la vida. O por lo menos debería. Me sentí como sapo de otro pozo, pero qué le vamos a hacer.
Dejá que apelo yo...
ResponderEliminarNiiiiiiiiiiiiiiiiiiiniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiniiiiiiiiiiiniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiniiiiiiiiiiiiniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii... etcs etcs
sos el mejor, Lejos!
ResponderEliminarsos un ser muy atractivo, no entiendo cómo las chicas no lo ven....
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