jueves, 14 de octubre de 2010

Día 9: ¿Nieve en Bolivia? (parte dos)

1.sep.2010

El paisaje nevado, más que Bolivia parecía de los Alpes.


Sin conocer cómo iba a ser la continuidad del viaje, volvimos a subir al coche y Franco decidió seguir un poco más por el camino para ver cómo estaba más adelante. Anduvimos un buen rato, que de a momentos no presentaba dificultad, y en otros parecía que íbamos a caer por el acantilado, ya que se perdía la dirección de la camioneta. Franco debe haber sentido la presión de que pese a las condiciones climatológicas nosotros queríamos continuar, y así llegamos hasta un punto en que había una subida que prefirió hacer con el vehículo vacío para alivianar el peso. Así que él subió manejando y nosotros a pie, en medio del clima helado. Al llegar a la camioneta nos dijo que el camino seguía complicado, así que él iba a seguir y nosotros tendríamos que caminar unos veinte minutos más. Así hicimos. Luego subimos al coche y continuamos durante un tiempo más.


Franco se alejaba conduciendo la camioneta, mientras que nosotros
tuvimos que caminar por la nieve durante cuarenta minutos.



A medida que avanzábamos, el clima se iba volviendo mas hostil, con mucho viento, aguanieve, y también había más nieve en el camino. Seguimos adelante hasta un tramo en que había una subida que complicó las cosas. La camioneta subía aceleradamente hasta un punto en que las ruedas empezaban a girar en falso, perdiendo estabilidad y sin poder avanzar. Franco volvió marcha atrás unos cuantos metros para tomar envión, en vano. Otra vez más repitió el procedimiento, pero sin obtener resultados diferentes. Por lo tanto bajamos todos para que la camioneta perdiera peso y pudiese volver a intentarlo. Era realmente muy duro de soportar el clima. Pese a que el coche estaba mucho más liviano, no pudo avanzar más de aquel mismo punto en que las ruedas dejaban de responder. Como variante, intentó sortear el obstáculo saliéndose de la huella del camino. Probó varias veces, pero siempre fue lo mismo. Franco nos hizo señas para que volviésemos al auto, y ahí pensé que no iba a quedar otra alternativa que abortar el viaje. Cuando llegamos a la camioneta, vemos a otra que venía en sentido contrario. Ésta frenó donde estábamos nosotros, y gracias a que el conductor tenía un perno necesario para conectar la doble tracción, pudimos superar ese obstáculo.


La camioneta intentando avanzar por fuera de la ruta.


Seguimos viaje, ya bastante más relajados por haber podido superar esa dificultad. El camino siguió complicado hasta un punto en que nuestro conductor nos dijo que ya estaba más fácil, porque pese a que seguía habiendo mucha nieve, ahora debajo de ésta había piedras, lo que daba mejor agarre en comparación al barro por el que veníamos circulando hasta el momento. Hubo algún que otro tramo con complicaciones menores y tuvimos que bajar a empujar para que una de las ruedas se zafase del pozo en el que había caído, pero seguimos adelante y la nieve fue quedando atrás. Ya no se veía ningún rastro de aquella helada blancura, y el paisaje recuperó su aridez habitual.


Anselma poniendo piedras en el pozo donde quedó clavada la rueda.


Más tarde Franco nos comenta que no íbamos a poder ir a ver los géiseres, porque más adelante se iba a volver a complicar el camino. Se notaba que no quería ir para ese lado, y propuso de ir directamente a la laguna colorada, pasando por alto varios puntos del recorrido programado, pero no nos dio una negativa rotunda, sino que dijo que si de todos modos nosotros queríamos visitar los géiseres, que bueno, íbamos a ir, pero dando por supuesto que iban a volver a aparecer complicaciones como las anteriores o aún peores. Consultamos entre nosotros, y de todos modos preferimos continuar. Seguimos por la ruta, cada vez con un frío más intenso, que por suerte dentro de la camioneta no se sentía, y nos volvimos a topar con la nieve, aunque ésta no era nada en comparación con la que habíamos dejado atrás. Avanzamos más, llegamos hasta la laguna hedionda y las aguas termales, donde paramos a almorzar, pero no hubo tiempo para meterse en el piletón con esa agua a 30ºC.


Los géiseres, que resultaron no ser tales sino fumarolas.


Seguimos camino pasando por los géiseres y finalmente llegamos a la laguna colorada, que si bien el color no estaba en sus óptimas condiciones debido al cielo nublado, pudo apreciarse junto a su infinidad de flamencos. De ahí vinimos directamente a un nuevo parador que está muy cerquita de la laguna, donde vamos a pasar la noche. Para pasar el rato les enseñamos a nuestros compañeros de viaje a jugar al Jodete, ya que resulta divertido el intercambio cultural y de costumbres. En este parador también hay otros turistas que están haciendo tours similares al nuestro, y en este momento son las 9:13 de la noche, y ya todos están en sus respectivas habitaciones salvo Víctor y yo, que nos pareció que era demasiado temprano para acostarse. Mañana nos tenemos que levantar a las seis y media para arrancar el tercer día, que dependerá mucho en su desarrollo del estado del clima.


Flamencos reposando sobre la laguna colorada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario