Empiezo a temblar. Nos encontramos bajo el umbral del mes de abril, y eso me llena de pavor, me hiela la sangre. Tal vez esto parezca carente de sentido incluso para el más prestigioso letrado, pero tiene su razón de ser. Y es que existen en este mundo miles, millones de energías invisibles, intangibles, ignoradas, pero a su vez poderosas y enormes, y el hecho de pasar inadvertidas por nuestras vidas las rodea de un halo tenebroso.
Estas energías no tienen una acción igualitaria sobre todos los seres humanos. Las energías ordinarias por lo general son percibidas por todas las personas, como por ejemplo la térmica: cualquiera puede advertir fácilmente la presencia o la falta de calor. Pero esto es algo diferente, algo místico. Esta energía se manifiesta de diferentes formas, y es posible que cada uno se vea afectado por ella de un modo particular, imperceptible e incluso inexistente para el resto de los mortales.
Y en mi caso particular, esa energía está concentrada en el mes de abril. Suena extraño, lo se, pero es algo que pude confirmar con el correr de los años. Para el resto no es más que otro mes, pero para mí, abril es mucho más que eso, y por este motivo le temo. La energía puede hacer que durante estos treinta días pase cualquier cosa. No necesariamente tiene que ser algo negativo lo que vaya a ocurrir: pueden sorprenderme las desgracias más hirientes así como las alegrías más profundas. Pero de seguro es un mes que no podrá pasar inadvertido; siempre hace mella.
Tal vez tenga algo que ver que yo haya nacido precisamente en este mes, o tal vez sea simple casualidad; imposible saberlo. Lo cierto es que es irremediable entrar a esta parte del año, y no queda más que aguardar la llegada de mayo intentando permanecer ileso, para así poder dejar atrás la angustia y la incertidumbre.
Estas energías no tienen una acción igualitaria sobre todos los seres humanos. Las energías ordinarias por lo general son percibidas por todas las personas, como por ejemplo la térmica: cualquiera puede advertir fácilmente la presencia o la falta de calor. Pero esto es algo diferente, algo místico. Esta energía se manifiesta de diferentes formas, y es posible que cada uno se vea afectado por ella de un modo particular, imperceptible e incluso inexistente para el resto de los mortales.
Y en mi caso particular, esa energía está concentrada en el mes de abril. Suena extraño, lo se, pero es algo que pude confirmar con el correr de los años. Para el resto no es más que otro mes, pero para mí, abril es mucho más que eso, y por este motivo le temo. La energía puede hacer que durante estos treinta días pase cualquier cosa. No necesariamente tiene que ser algo negativo lo que vaya a ocurrir: pueden sorprenderme las desgracias más hirientes así como las alegrías más profundas. Pero de seguro es un mes que no podrá pasar inadvertido; siempre hace mella.
Tal vez tenga algo que ver que yo haya nacido precisamente en este mes, o tal vez sea simple casualidad; imposible saberlo. Lo cierto es que es irremediable entrar a esta parte del año, y no queda más que aguardar la llegada de mayo intentando permanecer ileso, para así poder dejar atrás la angustia y la incertidumbre.